“No temáis”
Dios sacará todo a la luz (10:26–27). Los enemigos de Cristo usan medios secretos y engañosos para oponerse al evangelio. Pero los verdaderos creyentes son abiertos y valientes en sus vidas y testimonio. No tenemos nada que ocultar. “Nada he hablado en oculto”, dijo Jesús (Juan 18:20). Falsos testigos mintieron durante el juicio de Jesús, pero Dios hizo que la verdad aflorara. No tenemos nada que temer porque el Señor un día revelará los secretos de los corazones de los hombres (Romanos 2:16) y los sacará a la luz y los juzgará. Nuestra tarea no es agradar a los hombres, sino proclamar el mensaje de Dios. El juicio presente de los hombres no nos asusta, porque vivimos en la luz del futuro juicio de Dios.
Debemos temer sólo a Dios (10:28). Todo lo que los hombres pueden hacer es matar el cuerpo y, si lo hacen, el alma del creyente va a estar con el Señor. Pero Dios puede destruir tanto el cuerpo como el alma en el infierno. Por supuesto, Dios jamás condenará a uno de sus hijos (Romanos 8:1; Juan 5:24). Martín Lutero captó esta verdad cuando escribió:
Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir, mas siempre ha de existir
De Dios el reino eterno.
La persona que teme sólo a Dios no necesita temer al hombre o grupo de hombres. El temor de Dios cancela todo temor.
Dios cuida de los suyos (10:29–31). No costaba mucho comprar pájaros en el mercado. Si comparamos estos versículos con Lucas 12:6 descubriremos que las aves eran tan baratas que el vendedor daba una gratis. Sin embargo, el Padre sabe cuando una de ellas cae a tierra y el Padre está allí. Si Dios se preocupa por las aves de manera tan maravillosa, ¿acaso no se va a preocupar también por aquellos que le sirven? ¡Por supuesto que se preocupará! Para Dios valemos mucho más que muchas aves.
Dios se preocupa por los detalles de nuestra vida. Incluso nuestros cabellos están contados; esto no quiere decir simplemente la suma total de ellos, sino que están contados uno por uno. Dios ve cuando un ave cae a tierra y ve cuando un cabello cae de la cabeza de uno de sus hijos. Cuando protege a los suyos, los protege hasta los cabellos (Lucas 21:18). No hay necesidad de temer cuando Dios ejerce cuidado tan maravilloso sobre nosotros.
Cristo honra a los que lo confiesan a él (10:32–33). Confesarle significa mucho más que hacer una declaración con los labios. También quiere decir respaldar con la vida tal declaración. Una cosa es decir que Jesucristo es el Señor y otra muy distinta es entregarle la vida y obedecer su voluntad. Debe existir concordancia entre el andar y el hablar.
En el cielo Jesús tiene dos ministerios especiales. Como nuestro Sumo Sacerdote nos da gracia para evitar que pequemos. Como nuestro Abogado, nos perdona y nos restaura cuando pecamos (1 Juan 2:1–2). Los méritos de su obra celestial intercesora no dependen de nuestra fidelidad, porque él es fiel incluso cuando nosotros no lo somos (2 Timoteo 2:12–13). Pero los beneficios de su ministerio celestial son para los que le son fieles. Cuando Cristo nos confiesa ante el Padre, garantiza para nosotros los beneficios de su obra de sacrifico en la cruz. Cuando nos niega ante el Padre, no puede darnos esa gracia. La falta es nuestra, no suya.
Pero hay algo más. Un día estaremos ante su tribunal, en donde se distribuirán las recompensas (2 Corintios 5:10; Romanos 14:10). Si le negamos, perderemos esas recompensas y la alegría de oír “bien hecho”. Desde luego, cualquiera que le niega aquí en la tierra puede ser perdonado. Pedro negó tres veces al Señor, pero fue perdonado y restaurado.
10:26 «no les temáis» Como en el v. 19, es un SUBJUNTIVO AORISTO PASIVO (DEPONENTE), y al igual que en los vv. 28 y 31 funcionan como un IMPERATIVO AORISTO ACTIVO. Su significado implica «no intentar comenzar una acción». Este versículo confirma que los motivos y los propósitos del corazón humano, tanto positivos como negativos, serán conocidos en el día del Juicio.
Es difícil relacionar la verdad del versículo con la promesa bíblica de que cuando Dios perdona, olvida (Sal 103:11–14; Is 1:18; 38:17; 43:25; 44:22; Mi 7:19). Posiblemente se refiera al pecado sin confesar (de los creyentes, ver 1 Jn 1:7–9) o al pecado sin perdonar (de los incrédulos). ¡Yo me gozo en el hecho de que «Dios todo lo olvida»! ¡La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado! (ver Heb 9).
Los creyentes no deben tenerle miedo a los seres humanos, sino respetar/temer a Dios (v. 28; Heb 10:31).
En general, creo que este versículo se refiere a los motivos y a los actos de:
1. Las casas indignas(Mt 10:13)
2. Los lobos (Mt 10:16)
3. Los hombre malos (Mt 10:17)
4. Los gobernadores y los reyes (Mt 10:18)
5. El hermano (Mt 10:21)
6. El hijo (Mt 10:21)
7. «Ellos» en el versículo 23
8. «Ellos, los discípulos» (Mt 10:26)
9. «Aquellos, los que matan el cuerpo» (Mt 10:28)
10:27 «las azoteas» Las azoteas comunes en Palestina eran lugares de actividad social; por lo tanto, ¡lo que se decía podía llegar a ser de conocimiento público! ¡Jesús quiere que su mensaje sea conocido por toda la humanidad!
10:28–31 «No teman…» Ver nota en el v. 26.
― «matan» Ver el Tema especial: Destrucción (apoleña)
― «el alma como el cuerpo» Este versículo no se refiere a la profunda dicotomía entre cuerpo, alma y espíritu; sino que es una expresión sobre la posibilidad de la muerte física, mas no de la muerte eterna para los creyentes.
Ver TEMA ESPECIAL: CUERPO Y ESPÍRITU
― «en el infierno» Es el término hebreo gehena. Estaba compuesto por la palabra «valle» e «(hijos de) Hinón». Era un valle en las afueras de Jerusalén donde se adoraba a la diosa cananea de la fertilidad y del fuego (Lv 18:21). Los judíos lo convirtieron en el basurero de Jerusalén. Las metáforas de Jesús para el castigo eterno fueron tomadas en referencia a este lugar llameante, hediondo y lleno de gusanos. Ver el Tema especial: ¿Dónde están los muertos?.
10:29–30 «dos pajarillos … los cabellos» Dios conoce de cerca y guarda todos los aspectos de la vida de los creyentes (Lc 12:6; 21:18; 1 Pe 5:7). Es una promesa para la preocupación personal, no colectiva.
― «un cuarto» Se trataba literalmente de una assarion, una moneda romana de cobre con la cual se podían comprar varios pajaritos.
10:31 «Así que no temáis» Ver las notas correspondiente a los versículos 19 y 26.
10:32 «todo el que me confiese delante de los hombres» Esto significaba «reconocer públicamente» (Mr 8:38; Lc 12:8–9). Vemos que los versículos 32–33 son afirmaciones paralelas opuestas. El cristianismo es un pacto ofrecido por Dios, que debe ser recibido, obedecido y mantenido de manera personal y pública.
Ver TEMA ESPECIAL: LA CONFESIÓN
― «mi Padre que está en los cielos» Existen diferentes PRONOMBRES utilizados para el Padre:
1. Vuestro (Mt 5:16, 45; 6:1; 7:11)
2. Nuestro (Mt 6:9)
3. Mi (Mt 7:21; 10:32–33; 12:50)
Creo que el de Mateo 12:50 es crucial: cualquiera que hace la voluntad del Padre tal como la hizo Jesús, es parte de la familia; quien lo rechaza, no es parte de ella. Debió haber sido muy irritante para los líderes judíos de los días de Jesús escuchar a un rabino oficioso y galileo utilizar la palabra «Padre» para referirse a Yahvé, el Santo de Israel; ¡más aún cuando les permitía a los marginados y excluidos ser parte de la familia de Dios!
10:33 El antónimo de «confesar» (homologeō, v. 32 —dos veces) es «negar» (arneomai, v. 33 —dos veces; 26:70, 72 [aparneomai en Mt 26:35, 75]). Ver el Tema especial: La confesión. Es un versículo terrible, como lo es 2 Timoteo 2:12. Debe recordarnos que es crucial el reconocimiento público de palabra (Ro 10:9–13) y de hecho (Mt 13:1–23; 25:36–46). Las decisiones que tomamos hoy están relacionadas con la eternidad (ver Mt 25:46).
(1) No tener temor de comunicar toda la verdad del evangelio (vv. 26–27).
Debían declarar abiertamente1 lo que habían escuchado de Cristo en privado—aun si ello traía persecución. La aplicación sigue vigente hoy: Cristo nos habla en privado, a través de la Biblia, y sin temor debemos compartirlo con los demás.